Después de una semana de heladas, estábamos invitados a pasar un día de campo en la sierra de Andújar, siguiendo la carretera de la Virgen de La Cabeza, justo antes de llegar a la provincia de Ciudad Real, en el Risquillo.
Habíamos consultado la aplicación del tiempo unas doscientas veces en los últimos días, siempre con el mismo resultado. Temperaturas entre 0 y 8 grados. Así que nos forramos con capas y capas de ropa. Todavía recuerdo días de mucho frío en el campo cuando era chico y la experiencia me dice que siempre es preferible que sobre abrigo.
Llegamos a las nueve a la finca y desde el coche sólo veíamos campos blancos, después de dejar atrás las curvas de la sierra de Andújar.
Después de un gran desayuno y de calentarnos en la candela, el campo nos recibió a las once de la mañana con el sol fuera. No me podía creer la buena sensación de temperatura tan agradable. Cuando nos quedábamos en silencio, el zumbido de las abejas era intensísimo, que salían de las colmenas aprovechando los rayos de sol para buscar flores de romero y de madroño.
En nuestra sierra pasamos frío cuando hay que pasarlo, pero en cuanto el sol asoma un poquito, la primavera pone en marcha el reloj y disfrutamos del campo bien abrigados. Pasar un día de campo junto a mi padre y su conocimiento del monte es todo un regalo.